This site uses cookies to provide you with more responsive and personalized service and to collect certain information about your use of the site. You can change your cookie settings through your browser. If you continue without changing your settings, you agree to our use of cookies. See our Privacy Policy for more information.
7 de abril del 2022 | Jeremías 12:1–13
Justo antes de la lectura de hoy, los enemigos en la ciudad natal de Jeremías, Anatot, habían planeado matarlo, pero Dios había revelado Su plan (Jeremías 11:18–23). Sin esta revelación, el profeta habría sido “como un manso cordero que es llevado al matadero” (11:19). Dios prometió castigar severamente a los malhechores.
Jeremías quería justicia inmediata (vv. 1–4). Él preguntó: “¿Por qué prosperan los malvados?” (12:1). Específicamente, se preguntó por qué estos posibles asesinos aún no habían sido castigados. No se trataba de venganza: el profeta quería ver a Dios vindicado. Estos malhechores estaban diciendo que Dios no podía ver. ¿Y, además, pensaron que se estaban saliendo con la suya?
Jeremías también tenía una pregunta más importante. ¿Por qué Dios permitió que los malvados vivieran vidas cómodas? Esa pregunta nos desconcierta todavía hoy. Preguntamos: ¿A Dios le falta poder para hacer justicia? ¿Le falta amor? ¿Es Él indiferente a la bondad? En cierto modo, Jeremías acusaba a Dios de no ser bueno ni justo. Dios parecía dejar que los incrédulos vivieran tranquilos (v. 1). Es como si los malvados fueran un árbol especial del que Dios cuida (exactamente lo contrario del Salmo 1:3).
Dios respondió a Jeremías (Jeremías 12:5–6). Pero respondió con más preguntas. Dios no necesita justificarse a Sí mismo, y Él sabía que Su profeta confiaba en Él a pesar de su frustración. Esencialmente, las preguntas de Dios indican que lo peor iba a suceder. Si la fe de Jeremías no podía esperar por la justicia en este caso, ¿cómo manejaría pruebas aún más difíciles en el futuro?
Estas cosas peores incluirían el juicio venidero sobre Judá (vv. 7–13). Debido a su pecado y rebelión continuos, Dios abandonaría a Su pueblo y Su casa (el templo). Su amor y protección serían retirados. Las cosas empeorarían antes de mejorar.
|
|
|
|
POR BRAD BAURAIN |
|
El Dr. Brad Baurain ha trabajado como escritor y editor de Today in the Word desde 1993. Actualmente, se desempeña como profesor asociado y director del programa TESOL en Moody Bible Institute. Brad tiene el privilegio único de tener un título de cuatro universidades diferentes (incluida Moody). También ha enseñado en China, Vietnam, Estados Unidos y Canadá. Brad y su esposa, Julia, tienen cuatro hijos y residen en Munster, Indiana. |