El fuerte redentor

El filósofo y teólogo estadounidense Jonathan Edwards predicó una vez: “En cuanto Él es Dios, es digno de ser soberano sobre todas las cosas. A veces los hombres son dueños de más de lo que merecen. Pero Dios no es solo el dueño del mundo entero, ya que todo es y depende de Él, pero tal es Su perfección, la excelencia y dignidad de Su naturaleza, que Él es digno de soberanía sobre todo”.

Ya que Dios es el único que está a cargo, ni siquiera Babilonia, la superpotencia de los días de Jeremías, podría oponerse a Él o escapar de Su ira. La nación que Dios usó para cumplir Sus propósitos como instrumento de Su juicio ahora estaría bajo Su juicio. Babilonia sería conquistada por una nación del norte (vv. 2–3). Esto se cumplió en el año 539 a.C. por Persia, es decir, los medos y los persas. Al igual que con los dioses de las naciones menores, los dioses de Babilonia serían derrocados: “¡Bel quedará en vergüenza! ¡Marduc quedará aterrado!” (v. 2). La nación que había destruido a tantas otras ahora sería destruida (vv. 9–10).

En ese momento, a los judíos se les permitiría regresar a casa del exilio (vv. 4–8). Habían sido “un rebaño perdido” con malos pastores, vagando sin protección debido a su pecaminosidad e infidelidad (vv. 6–7). Ellos irían “llorando mientras [caminaban], buscando al Señor, su Dios” y renovarían el pacto (vv. 4–5 BLP). Su verdadero “lugar de descanso” no era la tierra sino el Señor.

Muchas de estas profecías se cumplieron bajo Ciro, rey de Persia, como se ve en los libros de Nehemías y Esdras. Algunos, sin embargo, no se cumplirán sino hasta el final de los tiempos, incluido el “pacto eterno” (v. 5).

• [Lectura ampliada: Jeremías 50–51] Nuestros enemigos pueden burlarse de nosotros, ridiculizándonos por nuestras creencias. Si bien estamos tentados a igualar el marcador, debemos recordar que, en última instancia, Dios es quien tiene el control. No es nuestro puntaje para saldar. ¡Nuestro Redentor es fuerte!