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18 de abril del 2022 | Jeremías 32:6–25
Cuando “cerramos” la venta de nuestra casa, fue un asunto tedioso. Mi esposa y yo, así como nuestro agente inmobiliario, el vendedor y un experto en títulos, nos sentamos en una mesa de conferencias llena de papeles. Firmamos y firmamos y firmamos, hasta que mi mano estaba acalambrada.
Al final, colocamos el título y los papeles de la hipoteca en una vasija de barro y la sellamos. ¿Esperar qué? No, por supuesto que no hicimos eso. Entonces, ¿por qué Jeremías hizo eso después de comprarle un campo a su primo? Dios le dijo que comprara la propiedad, ubicada cerca de su ciudad natal de Anatot (vv. 6–10). A pesar de que estaba encarcelado, al parecer, tenía algo de libertad y todavía estaba en servicio como profeta.
Ante testigos, Jeremías compró el campo y selló las escrituras en una vasija de barro (vv. 11–15). El propósito era el almacenamiento a largo plazo. Considerando la inminente conquista de Babilonia, esta fue una lección objetiva de fe y esperanza. Desde una perspectiva humana, no tenía sentido comprar un campo que pronto sería “propiedad” de los babilonios. Al hacerlo, Jeremías expresó fe en la promesa de Dios. Un día regresarían. Un día comprarían y venderían sus tierras ahí otra vez.
Jeremías también hizo una oración pública de alabanza al Señor (vv. 16–25). Proclamó que Dios es poderoso, amoroso, justo y soberano (vv. 17–19). Alabó a Dios por sus proezas en el pasado y confesó la infidelidad del pueblo (vv. 20–23). Admitió que la próxima conquista era merecida (vv. 24–25). Su fe y esperanza, simbolizadas en su compra, no se basaron en ningún factor humano, ¡sino enteramente en el Señor!
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POR BRAD BAURAIN |
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El Dr. Brad Baurain ha trabajado como escritor y editor de Today in the Word desde 1993. Actualmente, se desempeña como profesor asociado y director del programa TESOL en Moody Bible Institute. Brad tiene el privilegio único de tener un título de cuatro universidades diferentes (incluida Moody). También ha enseñado en China, Vietnam, Estados Unidos y Canadá. Brad y su esposa, Julia, tienen cuatro hijos y residen en Munster, Indiana. |